Columna de opinión: Circularidad en la Agroindustria Puede Transformar Residuos en Prosperidad Territorial

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La economía circular propone un cambio de mirada radical: ver los residuos no como desechos, sino como recursos capaces de generar valor económico, social y ambiental. En la agroindustria, esta visión tiene un potencial enorme para dinamizar economías locales y abrir nuevas oportunidades de negocio en los territorios.

Cada año, el sector agroalimentario produce millones de toneladas de subproductos orgánicos —restos de cosechas, residuos de procesos industriales, excedentes alimentarios— que, si se gestionan de forma innovadora, pueden transformarse en insumos para nuevas industrias, creando empleo y diversificación económica en regiones que, muchas veces dependen casi exclusivamente de actividades agropecuarias.

Existen pruebas concretas que convertir residuos en recursos es no solo viable, sino económicamente rentable para los territorios. En Taiwán, donde tuve la oportunidad de trabajar en la división verde de CIER, fui testigo directo de su programa pionero que transformó residuos orgánicos provenientes de la «basura» municipal urbana en alimento seguro para animales mediante procesos de esterilización térmica y trazabilidad digital. Esta innovación redujo emisiones de GEI y costos de eliminación, pero, sobre todo, impulsó un ecosistema empresarial alrededor de plantas de tratamiento, logística y producción de insumos agrícolas, generando empleos y fortaleciendo economías regionales.

Otra prueba concreta, en la que participé directamente, fue a través de un estudio económico para una nueva tecnología de membranas que permiten fraccionar biomasa húmeda —como los residuos de la industria cervecera— en proteínas, fibras y compuestos bioactivos de alto valor, por la principal universidad técnica en Dinamarca (DTU). Esto demuestra que es posible obtener ingredientes funcionales para las industrias alimentaria, farmacéutica o cosmética a partir de residuos orgánicos, creando nuevas cadenas de valor que benefician directamente a las economías locales.

Integrar estas innovaciones en la agroindustria puede transformar territorios rurales en polos de bioeconomía capaces de:

Generar empleos calificados en nuevas industrias (biotecnología, energías renovables, insumos agrícolas).
Retener talento local, evitando la migración hacia grandes ciudades.
Diversificar la matriz productiva y aumentar la resiliencia económica.
Capturar valor económico de residuos que antes implicaban solo costos de eliminación.

La clave está en cambiar nuestra actitud hacia los residuos y diseñar modelos circulares que mantengan el valor económico en los propios territorios. Apostar por la circularidad en la agroindustria no es solo una estrategia ambiental: es una vía real hacia el desarrollo económico, la innovación local y una prosperidad compartida.

Eugenio Liu
tomate®️consultores (Chile), Asesor y consultor en ESG y sostenibilidad, además de académico en el ESE Business School (U Andes) y UDD

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